Sin mucho dinero, pero si con muchas ganas, nuestro
grupo de amigos emprendimos nuestro viaje a Isla de Pascua. Un viaje que veníamos
soñando con realizar desde que éramos mas jóvenes gracias a los relatos del
abuelo de uno de nuestros amigos, quien había tenido la fortuna, como él decía de
vivir y trabajar en Rapa Nui por mas de 15 años. Sin más ni mas nos pusimos la
meta de que este año para el verano sudamericano, realizaríamos el ansiado viaje.
Pero teníamos la impresión de que para viajar a Isla de Pascua había que ser
millonario o cosas así.
Gracias a esas cosas del destino y a las
enormes ganas de realizar el viaje a conocer los Moai, se nos dieron las cosas
para realizar la travesía, aunque sin saber si el dinero nos bastaría siquiera
para poder comer. Tomamos el avión una tibia mañana de verano en el aeropuerto
de Santiago de Chile y en un poco mas de cinco horas de vuelo estábamos aterrizando
en el lugar que desde pequeños soñábamos con conocer. Al descender fuimos
recibidos con collares tradicionales de la Isla de Pascua y de la polinesia.
Una vez en el pueblo de Hanga Roa y sin saber
muy bien a que dirección dirigirnos, comenzamos a caminar por las calles hasta
que alguien nos hablo, haciéndonos la pregunta que inconscientemente todos estábamos
esperando:” buscan un lugar barato donde alojar?”. Por supuesto, nuestra
respuesta no se hizo esperar: “Claro que si”. Vayan al camping, hay pueden
alojar barato nos dijo la mujer con los
rasgos típicos de los Rapa Nui. Finalmente fuimos al camping de Isla de Pascua
y si, era muy barato en comparación a los hoteles en los que habíamos preguntado.
Luego de instalarnos, y con el poco presupuesto con el que contábamos,
preguntamos como podíamos ir a conocer la Isla de Pascua de forma económica. La
respuesta de los habitantes y administradores del camping nos hizo la cosa
mucho mas simple de la que creíamos que seria: “caminen, caminado es la mejor
forma de conocer Rapa Nui”. Hicimos caso, caminamos por los sitios ceremoniales
cercanos al poblado para no perdernos de regreso pues ya se estaba comenzando a
atardecer. Luego de nuestro pequeño primer recorrido por la isla regresamos al
camping con la firme convicción de que al día siguiente caminaríamos a los
lugares más lejanos y atractivos de la Isla.
Al día siguiente, muy temprano, emprendimos el
viaje a la playa de Anakena, distante varios kilómetros del lugar donde nos encontrábamos,
pero las ganas valían más que cualquier cansancio que pudiéramos llegar a
sentir. Pero no fue necesario sentir ningún cansancio extremo, basto alejarnos
apenas un par de kilómetros para que un amble automovilista nos dijera: “Van a
Anakena? Suban yo los llevo”. Sin pensarlo dos veces nos subimos a su camioneta
que en ese momento parecía el mejor automóvil del mundo. Una vez en la playa Anakena,
recorrimos el lugar, las cuevas, los ahus y obviamente nos fotografiamos hasta
mas no poder. Luego de eso y siendo aun temprano seguimos nuestro camino a ver
con que nos encontrábamos mas adelante y para sorpresa nuestra otra persona en
su vehículo nos hizo la hermosa pregunta: Los llevo?. Claro que si, fue
nuevamente nuestra respuesta.
Y así una y otra vez durante los siete días que
estuvimos en Isla de Pascua todas las cosas se fueron dando positivamente, no
se si por suerte u otra cosa, el abuelo a nuestro regreso nos dijo: “seguramente
esas cosa se les dieron por que la isla también quería conocerlos a ustedes ya
que llevan cinco años intentando ir”.
De un lugar a otro, conocimos todos los
maravillosos lugares que tiene “Te Pito O Te Henua” como llaman los Rapa Nui a
la isla, incluso ya nos atrevíamos a pedir si nos podían acercar a ciertos
lugares, cuando veíamos a algún vehículo acercarse a nuestro camino. Es un
hecho, se puede conocer la Isla de Pascua sin mucho dinero, barato y económico.
Y vale la pena conocerla, claro que si, sin dudas es uno de los lugares más maravilloso
del mundo.
Enviado por Alonso Gonzalez